En este cuarto y ultimo articulo del vuelo sobre el mar comentare ,los vuelos a mar abierto y con salida desde AVIONETA en marcha.

Hace unos diez años conocí, en Colombia, a unas palomas y unos colombófilos ,a mi entender únicos en el mundo.
Participaron con nosotros en tres colombodromos en Colombia y me quede perplejo de la calidad tan espectacular de estas palomas, que además las comprobaron con una superioridad abrumadora sobre las otras, en terrenos tan difíciles como BOGOTA.,que hay que elevarse en un corto trecho a mas de 3000 metros para entrar en la planicie, y otros.

Entablamos amistad y estos colombófilos pertenecían a las Islas Antillas Holandesas y tenían clubes en Curasao y en la paradisíaca Isla de San Martín.

Las palomas procedían en origen de las antiguas Jan Ardeen Holandesas en su mayoría y eran espectaculares, aun se me pone la carne de gallina cuando las recuerdo. Les propuse entrar en la Federación Internacional y estuvieron a punto de entrar ,pero se echaron atrás, porque en total eran unos 40 colombófilos y no les salía a cuenta mandar palomas a los Colombodromos si no sacaban un buen dinero de ellas, pues eran pocas las palomas y pichones que disponían, y los gastos de envió eran grandes, pero ello ha sido obstáculo para continuar una buena amistad, esperando el momento de viajar personalmente a las Islas y rematar la faena.

Y como concursan sus palomas en el Caribe y en estas diminutas Islas?
Tienen una avioneta preparada con una puerta especial y en pleno vuelo sueltan las palomas en unas cajas de cartón especialmente preparadas, las cuales cuando llevan 100 metros en caída se abren y las palomas quedan libres para retornar al palomar.
Así sueltan desde pocas millas hasta 800 Km., de PURO MAR.

Parece increíble, pues a pesar del calor y las calichas que produce el mar, tienen buenos resultados y así no extrañas que están palomas cuando las tienes en la mano, la carne se te PONGA DE GALLINA.

Si alguno tiene la oportunidad de visitar estas paradisíacas Islas, no se lo pierda y busque a los colombófilos, no se imagina lo que vera.

Saludos Carlos Márquez Prats